miércoles, 18 de mayo de 2016

DIARIO DE INNOVACIÓN: PRÓLOGO

Recuerdo haber llegado (hace 31 años) a un mundo -planeta empleo- donde las tormentas eran tristes, donde los años pasaban y sus meses no gritaban sus nombres, donde las habitaciones eran blancas y los sueños llegaban descalzos y despeinados a Ninguna Parte.

Era un mundo muerto que ni siquiera tenía ese espíritu bohemio o tempestuoso que finalmente puede resultar atractivo para melancólicos, leedores de periódicos o canta-autores de nostalgia entretejida.

Y entonces entendí que había que cambiar el mundo.

Y aprendí a soñar.

"El Principito de entonces no era especialmente guapo, ni demasiado alto, ni exageradamente gracioso, pero era la persona con más ganas de ser feliz que he conocido nunca".

Tampoco viví más de tres años seguidos en una misma casa de aquel mundo empleo. Llegué a pensar que me perseguía una antigua maldición india que reza “ojalá vivas en tiempos interesantes” en aquel mundo naciente del cual os hablo en el que cada vez había que asumir más competencias. Después descubrí que sólo era un problema de organización económica del estado autonómico… aún así, lo mejor de vivir en un mundo triste, fue transformarlo.

Siempre he pensado que la vida de una persona es sencillamente una responsabilidad y para ello creé tres antídotos de la supervivencia responsable:

Para las tormentas tristes, preguntas.

Para los meses del año, instantes.

Para el blanco de las paredes, estrellas.

Estos antídotos son míos, pero hoy también pueden ser vuestros. Y para toda esa gente con ganas de ganar guerras a mundos muertos.

Cansado de adultos listísimos (que no inteligentísimos) y de personas que siempre te aconsejan terriblemente bien (“donde fueres haz lo que vieres”, “si te mueves no sales en la foto”, “no te pagan para pensar”...), hice de las tormentas tristes, preguntas.

Los años seguían pasando y los meses seguían sin gritar su nombre, así que les di voz.

Empecé a coleccionar las hojas mensuales de mis calendarios. Cuando termina abril, la gente normal descubre mayo y abril lo tira a la basura.

Pero lo que la gente normal de este mundo muerto no sabe es que no hay que tirarlos.

Que basta con un rotulador permanente del color de un momento que te hizo feliz. Con darle la vuelta a la hoja y escribir en él el momento especial de aquel mes. Guardarlo en una caja. Y empezar a crear las fechas que marcan tu vida.

Lo que para algunos es julio de 1997 para mi es un día 12 volando a Düsseldorf a visitar empresas de prácticas para beneficiarios del Programa Europeo “Leonardo da Vinci”. Lo que para otros es junio de 2006 para mi es un 22 en el que se maqueta el “Manual de apoyo a la orientación con personas inmigrantes: Alcineo” elaborado junto con el Centro de Referencia para la Orientación de “Andalucía Orienta” de Almería. Y lo que para otros es marzo de 2013 para mi es un 20 cuando BOJA publica mi nombramiento como Director del Área Territorial de Empleo Alpujarras-Poniente del Servicio Andaluz de Empleo…

Os enseñaría decenas de mis meses-instantes en hojas de calendario, pero es que son eso, mis instantes y entonces no puedo porque, es que son míos.

El último antídoto de supervivencia consiste en exorcizarte el alma. En filosofías de vida o religiones ajenas. En ser un poco Peter Pan o un Principito descubriendo planetas o un soplarle a la luna cuando pides un deseo. En darle el sentido a tu vida que quieras darle y hacer de las paredes, estrellas.

Así que así fue. Creé un mundo a mi medida. Embadurné mi habitación-despacho de un azul oscuro y brillante, con una gotas de plata en forma de estrellas, un azul más cercano al morado que al verde, un azul chulo. En cada uno de mis cuartos.

¿Recordáis que soy un emigrante eterno?

En cada uno de todos mis cuartos he creado un mundo a mi medida lleno de constelaciones. Es bonito imaginar toda esa estela de habitaciones con las paredes llenas de estrellas pintadas con el color de mi alma, que he dejado a lo largo de mis 31 años en el planeta empleo. Si algún día tú, tu mejor amistad, o tu hijo o hija encontráis una habitación estrellada por los despachos del mundo empleo, recordarme…

Y ya veis. Recuerdo haber creado un mundo donde las tormentas eran preguntas, donde las hojas de los calendarios eran instantes especiales o los despachos que habité tenían el color de mi alma como una vez me confesó una buena amiga y compañera.

Recuerdo un niño que creyó ser el Principito cuando encontraba una rama en el suelo, el Quijote cuando se leía un libro o incluso Peter Pan cuando iniciaba sesión en su mundo paralelo.

Pero aquel niño no era el Principito, ni el Quijote, ni si quiera era Peter Pan, aquel chico bien podía haber sido El Principito de Las Tormentas, El Peter Pan de Las Hojas del Calendario o sencillamente Joaquín Soriano López.

Con sus antídotos de supervivencia y empatándole la batalla a este mundo muerto donde

los
sueños
llegaban
descalzos
y
despeinados
a
Ninguna Parte
 

 
aquel joven de 26 años con 31 de experiencia crecerá, contra todo pronóstico, pero crecerá, tal vez innovando en un mundo resucitado.
 

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